Barda

La autopista Peñón-Texcoco se extiende como una línea recta que transforma en proyectiles los carros que transitan sobre ella, surcando el pavimento disparados en veloz trayectoria desde la metrópolis hacia los ejidos del estado de México, y desde estos hacia la ciudad en el carril opuesto. En un carro a100km/h, aquello que ocurre a lado y lado de la vía pasa frente a los ojos como un barrido de formas abstractas que se funden las unas con las otras, mientras los sonidos del tráfico que viene a su vez disparado en sentido contrario llegan diferidos para luego extenderse en el tiempo, como un gemido que resuena en la parte de atrás de la cabeza.

En enero de 2017 pasé frente a los terrenos del colosal nuevo aeropuerto —extendiéndose estos al norte de la calzada— como parte del tráfico veloz que regresaba ese día del estado a la ciudad. La barda perimetral que ahora separa este nuevo territorio de su “afuera” comenzaba a verse desde el punto inicial de esta vía rápida como un barrido gris y blanco de segmentos idénticos que se seguían unos a otros al lado derecho del automóvil en movimiento. [...]