Lodo

Un sismo es en cierto modo una danza entre dos placas tectónicas. La una se mueve hacia la otra y esta última se retrae animada por el impulso de la placa opuesta. Se acomodan la una bajo la otra, la una al lado de la otra, y mientras éstas se acomodan, liberan energía hacia arriba, animando todo aquello que sostienen, moviendo la tierra en tremores o vaivenes. Bajo el Valle de México, las placas de Cocos y Norteamérica han estado desde hace miles de años en la tensión que antecede a la danza. De cuando en cuando se provocan la una a la otra y se mueven sutilmente cambiando en ello, lentamente, la configuración del tablero que se levanta sobre la superficie de esta tierra: volcanes, valles, ríos, lagos, montañas y más recientemente una ciudad que se sostiene como una maqueta de cartón bamboleándose entre dos mesas desniveladas. Esta maqueta a escala humana se sume en su centro con el peso del concreto y de la piedra, asentándose sobre el fondo de un lago desecado: un suelo de lodo, algas, agua, sal y microorganismos sedimentados durante milenios. []