Accidente

El cinco de noviembre de 1955 las aguas lluvias se habían acumulado en el antiguo vaso del lago salado de Texcoco, haciéndolo regresar de su irreversible desecación por una temporada. El lago aparece en las fotografías de prensa de la época como un espejo de agua plateada perdiéndose en la distancia, haciéndonos olvidar momentáneamente que, en temporadas de estiaje, este cuerpo de agua ya desaparecía por completo del mapa mientras un terreno baldío de miles de hectáreas emergía en su lugar. Durante los meses previos a la llegada del invierno este terreno cóncavo y vacío recibía temporalmente el agua escurrida de los torrenciales aguaceros de mitad de año, teñida por los residuos que iba arrastrando el torrente pluvial desde el centro de la metrópolis. El espejo de plata que reflejan las fotos era más bien un espejo gris de aguas sucias, almacenadas para no derramarse sobre las calles citadinas. [...]