Ejido

El ejido ha sido la unidad indivisible de tenencia de la tierra en México desde la Constitución de 1917. Más de 100 millones de hectáreas de terreno fértil fueron otorgadas a grupos humanos bajo unas reglas de juego muy claras: la tierra pertenece al Estado, y al eliminar la propiedad privada sobre ella se evita el conflicto, la división, el usufructo indiscriminado; el uso de la tierra es decidido por los ejidatarios, siempre que sea para ellos y de uso agrícola; la tierra no se puede vender ni fraccionar; los ejidos no son latifundios ni tampoco minifundios; no son industrializables ni se anexarán a las ciudades (que intentan siempre crecer en sentido horizontal). Los pueblos del oriente del lago de Texcoco se establecieron bajo este modelo; se consolidaron gracias a él como comunidades dedicadas a la siembra, a la ganadería en algunos casos; así, se mantuvieron protegidas de ser absorbidas por la fuerza urbanizadora de Ciudad de México a pesar de su proximidad con los barrios de su margen oriental. []